¡¡¡Que estressss ¡!!!

El jueves un inoportuno resfriado me hizo temer lo peor  antes de iniciar el viaje, el viernes descanse mejor y el sábado por la noche ya estaba casi en buenas condiciones, con algún que otro estornudo pero en condiciones. Intentamos salir en el vuelo de la madrugada pero lo han cancelado y no tuvimos más remedio que salir en el de las 7 de la mañana, nuestro enlace a Sao Paulo salía a las 12´15 y el tiempo para poder pillarlo era un poco escaso. Salimos con retraso y llegamos a Madrid a las 11:00 teníamos que recoger el equipaje y volver a facturarlo antes de embarcar y la facturación cerraba a las 11:30. Vimos a Elena en la salida y le dejamos a Trufa, un beso rápido a ella y a Víctor y corriendo a la ventanilla a confirmar el billete, había overbooking,  pero las maletas no salían, nos cerraron la facturación justo cuando Javier avistaba la primera de las dos maletas, la señora de facturación, muy amablemente esperó y pidió abrirla de nuevo solo para poder meter nuestras dos maletas que subían con Javier a todo trapo. Llegaron justo a tiempo pero el embarque estaba empezando en el vuelo y teníamos que llegar a la terminal satélite, unos 20 minutos de carrera con trenecito interior incluido, casi no nos despedimos de nuestros hijos y corriendo al arco donde había una cola brutal de gente, nervios, y carreras para coger el tren, subidas en ascensor y nuestro vuelo con el letrero de última llamada, en casi la última puerta de la terminal. Mas carreras y por fin la puerta, vacía, con todo el mundo dentro, nuestros billetes en lista de espera… pero TENÍAMOS PLAZA. Por fin nos sentamos casi cuando cerraban las puertas del avión, diez horas más tarde estaríamos saliendo en Sao Paulo.