Hoy visitamos la gruta de San Miguel, solamente una pequeña parte está habilitada para su visita, el acceso lo hicimos a través de unos puentes colgantes, de esos que se ven en las pelis en los que el bueno corre y el malo se cae, estos estaban en buenas condiciones y aunque fuimos los últimos en pasar no ocurrió nada. La bajada a la gruta era con mucha pendiente y resbaladiza, otra vez nos quedamos los últimos, esta vez por mi culpa, ya sabéis que soy un poco patosa y tengo cierta debilidad por probar toda clase de escaleras y pendientes, pero bajé muy despacito y no ocurrió nada. El camino hacia la gruta desde el hotel era de tierra y como ha llovido mucho por aquí, en algunos tramos era de barro. Hemos tardado casi una hora en hacer 19 km. Ahora estamos en mitad de la nada, carreteras casi hechas con tiralíneas a las que no les ves el final, en medio de una sabana preciosa, verde, con mucho ganado y un cielo impresionante. Mañana estaremos de vuelta en Sao Paulo, podremos descansar, pero el recuerdo de estos días tardará mucho en borrarse.
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